En este olvidado blog, lo esencial pasa de largo.
Pero no lo supravital, aquello que excede a nuestras pequeñeces.
Estudiantes ha salido Campeón de la Copa Libertadores de América.
Sobre el cómo, basta ir a los innumerables textos posteados
No soy EL hincha de Estudiantes. En la comparación,
mi sentimiento queda hecho trizas frente al tesón,
la pasión, el tiempo dedicado y el dinero invertido de
miles de congéneres que se movilizan –física y anímicamente-
ante los avatares del Club. Todo lo que hace que, a veces, sus
expresiones disten de la racionalidad, sus conclusiones sean excesivas y su
ardor, conflictivo e impresentable.
Pero hay momentos. Y éste es uno de ellos. Por que la emoción
dominante, aún a varias horas de aquella gloria, merece ser respetada.
Hasta homenajeada.
Estudiantes tiene una rica historia futbolística. Inmensa.
En ciento y tantos años de vida, 6 títulos internacionales y 4 argentinos.
Pero no es Boca. Ni River. No tiene la cantidad de hinchas de esos equipos y
lejos está de manejar dineros equivalentes.
No tiene el mismo alcance a nivel nacional; tampoco sus logros locales.
No está obligado a ganar un torneo por año, ni a rendir examen cada 6 meses.
La clasificación a un torneo internacional es, por sí, un mérito.
La lucha por el campeonato, una gran campaña.
Entonces, encontrarse en un proceso –que ya dura un lustro-
con posibilidades ciertas de éxito, es una conquista.
Y dentro del mismo, ganar un título resulta una situación distinta,
distintiva y distinguida. Fenomenal. Es cuestión de mirarse asimismo;
mas aún, alcanza observar alrededor, cerquita,
para darse cuenta. Y si es internacional, los calificativos se potencian.
Por todo ello, lo hecho es excepcional. Invaluable. Pero ya no solo por ganar;
no solo eso. Es descollar frente a todos los objetivos posibles,
hacerlo merecidamente, de manera superadora y dignificante.
Dando muestra de estrategia corajuda y sentida.
Aprovechando las virtudes técnicas y maximizándolas,
con el aporte innegable de la inteligencia a una actividad humana.
Trasvasando las etapas respetando la
esencia de aquello que dio origen a la campaña, no dispensando recursos
innecesarios, apostando en cada paso a las actitudes que hasta ahí le habían
permitido llegar.
Y por todo eso los festejos y esta emoción. Por el título, la lucha, la forma,
el ejemplo. Por el fútbol, por Sabella. Por los Hinchas entregados.
Por Sebastián. Para nosotros, los que nos conmocionamos y derramamos lágrimas.
Gracias. Ha sido, y lo seguirá siendo, un momento único e irrepetible. Y repetible.