Una triste noticia ha dominado los temas en estos dias; la inicial violación de una menor, discapacitada, y su embarazo consecuente, se han transformado en el disparador de dos debates aún pendiente en nuestro país: la despenalización del aborto y la educación sexual.
Recordemos: la familia de la joven, ante el avance de la gestación, concurrió a un hospital público para practicarse un aborto. Por una denuncia de la fiscalía provincial, una jueza de menores y una Cámara de Apelaciones impidieron esa práctica, so pena de calificársela como delito. La Suprema Corte Provincial negó esta posibilidad, habilitando implicitamente la interrupción del embarazo; lo que en definitiva no se produjo por el avanzado estado del feto, según concluyeron los profesionales del establecimiento.
A la posicion en favor de la interrupción solicitada, se contrapone la de la Iglesia Católica en general, y específicamente la del Ingeniero Ricardo de la Torre, rector de la Universidad Católica de La Plata. El Ingeniero de la Torre tomó particular intervención en el hecho, ya que no solo se comprometió a cuidar del chico cuando nazca -si su crianza fuera un obstáculo para permitir su nacimiento- sino que formalizó por ante el propio nosocomio público (el Hospital "San Martín" de La Plata) una intimación, dirigida a los profesionales médicos y sus autoridades, dando cuenta que efectuaría denuncias penales por distintas violaciones a la ley, en el caso de concretarse la práctica médica.
Algunas de sus palabras fueron: "Los argumentos de algunos grupos feministas sobre las posibles consecuencias psicológicas que el nacimiento del niño podría provocar en la madre son una trampa. En el fondo está el hecho de desprenderse del chico", y "es necesaria una formación de carácter (para inculcar que) el fin del sexo es para la procreación. Si no es para procrear, el sexo no es bueno. (…) Cuanto mayor es la educación sexual, y en esto hay estadísticas serias, sobre todo en Inglaterra y Estados Unidos, mayor es el contagio de sida y mayor es la cantidad de embarazos adolescentes. Porque la educación sexual, tal como es tratada ahora, no como una preparación para el matrimonio, sino para promover encuentros circunstanciales, encuentros para la actividad sexual, es una incitación a la actividad sexual.” Así se manifestó a través de distintas radios y en el programa "A dos voces" de TN.
Indirectamente, conozco al Ingeniero de la Torre. En ese contexto, puedo afirmar que es una buena persona. Que no hace manifiestos impropios a su conducta ni reniega de su educación y convicciones. Que no plantea su posición con hipocresía, sino a partir de su fé y creencias.
No obstante, advierto extraña su postura en función de la propia evolución del pensamiento -siglo XXI-, y su condición de titular de una casa de estudios. Reniega de un aspecto de la educación, solo por cuanto el tema origen es tabú en su férrea actitud ideológica. Y no digo moral, por cuanto esa actitud no es mas elogiable desde ese lugar que la mía o la suya, desprevenido lector .
Se dice hasta el hartazgo que en la educación deben inculcarse valores, que éstos deben ser base de aquella. El problema principal es definir cuales son esos valores, y porque debemos elegirlos sobre otros.
Entiendo que una sociedad refleja los valores que mejor considera en la legislación vigente: allí se encuentra reflejada la moral común, aquella que como grupo organizado, las personas defienden, reprimiendo las conductas contrarias. Las convicciones individuales -inclusive las religiosas- se limitan a su defensa e implementación en el ambito personal y privado.
Aunque la legislación muta -porque la sociedad evoluciona-, las normas vigentes son el reflejo del horizonte educativo a perseguir, de los valores a instaurar mediante la enseñanza. En particular, la sexualidad como práctica no merece (salvo que este enmarcada en la violencia) una condena en nuestro derecho.
Dado su importancia, no solo para la procreación, sino para la felicidad de las personas, debería equilibrarse su condición a otras materias que hacen a la vida: pensemos en el arte, la educación física, la matemática, la geografía.
No tengo posición definida para con el aborto: me faltan elementos. Se que haría en casos puntuales, si estuviese involucrada mi familia, y en todo caso, me gustarìa que en esos casos, la legislación refleje esa postura.
Discrepo con el Ingeniero de la Torre, su posición excede el marco que debemos proteger, desde el interés público. Pero creo que defiende la vida, desde su mirada cerrada y dogmática. Y que muy a pesar suyo, el hecho origen -una pseudo/tragedia cotidiana- y su propia postura, han permitido un debate que, de continuar, resultarà muy saludable. Propongo que, los que pensamos distinto, nos comportemos con tolerancia, con el proyecto de ser mejores para beneficio común.
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