Las terapias abundan en las tribus que frecuentamos. Dicen, otros, los que quiza no sepan, que la autosatisfacciòn no sirve; hablar solo no es la respuesta, parece.
Es que sin marco ni conducción, la gravosa necesidad de señalarse no se concreta.
Recuerden: los tiempos presentan dificultades para su acceso. Mientras la realidad dice que dos locuras se juntan, nosotros, los cuerdos, no lo toleramos.
Y no lo hacemos porque el desgarro se agranda. Aquel tiro, el de la frente, presuroso, instó la hemorragia cardíaca.
Es que el disparo era inevitable. Lo habíamos conversado en aquel entonces; el diálogo, ingenioso, reinventó un futuro por entonces lejano. Ese que ya llegó.
En el centro de la atención, el dañado resulto uno, el mismo. El menos sufriente en el intermedio. El único al final.
Conmovedor resulta que éste epílogo sea la salida ideal: elegante, políticamente correcta, aceitada en lo solidario y hasta diligente, terapéutica.
Alguien a quien cuidar, con quien compartir. Un sufrimiento que sostener.
El sufrimiento de otro.
Mientras tanto, el propio se revela en esas largas caminatas; aquellas que, destacan, no curarán al expresivo.
El Masa, marzo 2007
1 comentario:
hola marcelo!!! me imagino lo que fué!!!
yo, infelizmente, no voy :( cuando me quise dar cuenta, las entradas estaban agotadas...
ahora quedan nadamás que las entradas de no sé cuantos miles de reales que mi pobre bolsillo, aunque quiera, no puede pagar!!! jajaja
besos para tus 3 chicas!
otro para vos!
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