martes, julio 21, 2009

Unos días después, el Estudiantes de América.


En este olvidado blog, lo esencial pasa de largo.
Pero no lo supravital, aquello que excede a nuestras pequeñeces.
Estudiantes ha salido Campeón de la Copa Libertadores de América.
Sobre el cómo, basta ir a los innumerables textos posteados
(acá, acá, acá, acá, acá, etc). Pero desde lo personal, tengo algo por decir.

No soy EL hincha de Estudiantes. En la comparación,
mi sentimiento queda hecho trizas frente al tesón,
la pasión, el tiempo dedicado y el dinero invertido de
miles de congéneres que se movilizan –física y anímicamente-
ante los avatares del Club. Todo lo que hace que, a veces, sus
expresiones disten de la racionalidad, sus conclusiones sean excesivas y su
ardor, conflictivo e impresentable.

Pero hay momentos. Y éste es uno de ellos. Por que la emoción
dominante, aún a varias horas de aquella gloria, merece ser respetada.
Hasta homenajeada.

Estudiantes tiene una rica historia futbolística. Inmensa.
En ciento y tantos años de vida, 6 títulos internacionales y 4 argentinos.
Pero no es Boca. Ni River. No tiene la cantidad de hinchas de esos equipos y
lejos está de manejar dineros equivalentes.
No tiene el mismo alcance a nivel nacional; tampoco sus logros locales.
No está obligado a ganar un torneo por año, ni a rendir examen cada 6 meses.
La clasificación a un torneo internacional es, por sí, un mérito.
La lucha por el campeonato, una gran campaña.

Entonces, encontrarse en un proceso –que ya dura un lustro-
con posibilidades ciertas de éxito, es una conquista.
Y dentro del mismo, ganar un título resulta una situación distinta,
distintiva y distinguida. Fenomenal. Es cuestión de mirarse asimismo;
mas aún, alcanza observar alrededor, cerquita,
para darse cuenta. Y si es internacional, los calificativos se potencian.

Por todo ello, lo hecho es excepcional. Invaluable. Pero ya no solo por ganar;
no solo eso. Es descollar frente a todos los objetivos posibles,
hacerlo merecidamente, de manera superadora y dignificante.
Dando muestra de estrategia corajuda y sentida.
Aprovechando las virtudes técnicas y maximizándolas,
con el aporte innegable de la inteligencia a una actividad humana.
Trasvasando las etapas respetando la
esencia de aquello que dio origen a la campaña, no dispensando recursos
innecesarios, apostando en cada paso a las actitudes que hasta ahí le habían
permitido llegar.

Y por todo eso los festejos y esta emoción. Por el título, la lucha, la forma,
el ejemplo. Por el fútbol, por Sabella. Por los Hinchas entregados.
Por Sebastián. Para nosotros, los que nos conmocionamos y derramamos lágrimas.
Gracias. Ha sido, y lo seguirá siendo, un momento único e irrepetible. Y repetible.