sábado, octubre 24, 2009

García en Vélez: lo impecable y lo mojado.

¡Gracias videasta anónimo!

Varias veces ví a García en vivo: la primera, en Universitario de La Plata, allá por 1983. La última, 17 años atrás, cuando él solito se encargó de arruinar el bochornoso regreso de Serú en 1992.

Poco tiempo atrás, alguien de significativa trascendencia en mi vida me recordó que en 1984 -¿o 1985?- y por disfrutar de uno los mas maravillosos espectáculos que recuerdo, la presentación de “Piano Bar” en el Luna Park, debimos aguantar un terrible aguacero a la salida y la mojadura que un destino alejado –volver a La Plata en micro- ello conllevaba; devenires y peripecias que la historia se ha encargado de glorificar.

Más la gloria se recicla; Charly volvió –tras cumplir con la condena que le impuse, no verlo por mucho, mucho tiempo- y me entregó un show brillante, visceral e hiperprofesional; impactante y movilizador. Y todo, nuevamente, bajo el agua.

No voy a abrumar: Charly es poseedor de canciones que le permiten hacer eso. La lista de temas –siempre debatible: a mí me faltaron “Yo no quiero volverme tan loco” y “Bancate ese defecto”- terminará siendo, fatalmente, abrumadora. Con su banda ajustada, la cosa se simplifica.

Pero deberemos sumarle varios plus a esos tópicos: el nivel musical fue similar o superior a cualquier visita internacional. La expectativa por su resurrección: recuerden que este contradictorio blog presagio su muerte, esa que, de algún modo, se concretó; ver a Charly santificado pero no domesticado; Luis Alberto -¡Luis Alberto!- en escena, reconciliándose los dos mas grandes, en vivo y por TV.

Y la bendita lluvia; esa que acompaña los goces supremos e impone la sensación de que vale la pena estar vivo y ahí. Porque la lluvia hizo que todos nos sintiéramos parte de una gran comunión, nos identificásemos con el ritual y nos considerásemos coprotagonistas del hecho que el Mas Grande estelarizaba. La discoteca que yo ví, sobre los céspedes y las gradas, no tiene mucho parangón en mi memoria recitalesca de 25 años y decenas de hitos.

El agua y Charly: historias extraordinarias. Desarma y sangra.

jueves, octubre 15, 2009

Que Diego se vaya

Foto robada a Ole; por lo significativa, la pongo

Tras la alegría, el dolor. Casi al instante de desclavarnos de la cruz y conseguir el pasaporte para el Mundial, con el alivio y la satisfacción correspondiente, Diego se presenta ante los medios y nos pone a todos en una situación incómoda, innecesaria, inapropiada.

No nos vamos a presentar desde la incoherencia; cuando no era nombre de nadie –o de muy pocos-, este pequeño blog lo propuso en reemplazo del por entonces fracasado Alfio Basile. Hoy, con los resultados puestos y tras la clasificación conseguida, nos arrepentimos de haber propiciado aquella designación. Y no nos da vergüenza.

La realidad, esa que domina a la humanidad, demuestra que las razones que justificaron aquella pretensión no se han concretado. Diego no ha sabido insuflarle a su –nuestro- equipo, el ánimo que entendíamos iba a modificar la última etapa de la Selección en manos del whiskero. Sabíamos –lo dijimos- que no tenía marco para el día a día, que ese no era su metier; que para ello necesitaría un apoyo concreto, una asistencia, para la etapa previa al Mundial. Su función era otra, que entendíamos sería suficiente con el nivel de jugadores que tenía.

Lamentamos el –nuestro- error; la situación es grave, y sin retorno. No se sostienen, hoy, los argumentos oportunamente expuestos, con un especial perjuicio, tremendo: el mito que hemos construido a su alrededor, el que merecidamente se lo ha ganado, esta a punto de caer. Desmoronarse, destruirse.

Diego ha acreditado que no va significar ese plus que, creímos, tenía para dirigir la Selección. Ya no, por cuanto no hay sorpresa; no será –nunca lo fue, revisemos lo que escribimos- su capacidad de comandar grupos o su talento para transmitir conocimientos, lo que fundó la propuesta que hicimos.

En estas condiciones, preferimos preservarlo a él y augurar mejores manos para nuestro equipo; que renuncie, que necesitamos mantenerlo en el bronce.

Él y nosotros, nos hemos sacado las ganas.