lunes, octubre 09, 2006

El mundo cabe en una canción


Conocí a Paez, como todos los de mi generación, por sus aportes a Juan Carlos Baglietto. Mas, creí ver en él un pequeño monstruo musical. Por eso, en 1984, compré "Del 63".
Fascinado, comencé con el rosarino una relación de admiración y consecuencia que dura hasta hoy. 22 años después.
Lo ví, en compañía que prefiero no recordar, en el año dicho y junto a otros 50 en el Teatro Opera de La Plata: su banda era un lujo; el Tuerto Wirtz, Fabian Gallardo, Paul Dorge y "Tweety" Gonzalez.
Desde entonces estuve apenas en 4 o 5 de sus recitales. Un par, épicos: la presentación de "La la la" en Obras, junto a Spinetta; y algo gratis que hizo en esta ciudad de La Plata, en un 19 de noviembre, creo yo, en 1992. Mi Manon no me acompañó a la Plaza Moreno.
Estoy en condiciones de ser enciclopédico con el músico: soy su contemporáneo y su moderado obsecuente. Creo, le he comprado todos sus discos originales.
Todos, hasta Borges, han tenido sus cerros y llanuras. Mi amigo Fito tiene obras fundamentales: el citado "Del 63"; "La la la"; "El amor después del amor"; "Abre". "Ciudad de Pobres Corazones" puede pelear el trono al mejor LD de la historia del Rock Nacional. Tambien tiene malos: "Rey Sol".
Es innegable que ha hecho un aporte fenomenal a nuestra musica moderna: arbitrariamente, identifico 5 canciones suyas: Ambar Violeta; Desierto; El muro de los Lamentos; Las cosas tienen movimiento; Cable a Tierra.
Paez tiene grandes virtudes, como músico e intelectual. Es conocedor, sincero y comprometido; no vende lo que no tiene, presume de lo que sabe y es claro. Ofrece -quizá- una adultez que no se le perdona a los rockeros, mas acostumbrados a ser tribuneros que a presentarse con sinceridad.
Pero por sobre todo, tiene grandes melodías para escribir, y buenas poesías con las que acompañar. Eso le sale, y por eso se le sigue.
Hoy está fuera de moda: sus canciones se han transformado en simples, se le reconoce un sello inmediato -¡¡¡aporte fundamental de mi Manón!!!- lo que conspira contra la originalidad y las ganas de sentirlo nuevo y distinto. Se escucha un pianito y no una guitarra; demasiado sereno en sus arreglos.
"El mundo cabe en una canción" es, preliminarmente, apenas un disco correcto. Me quedo con "Sargent Maravilla" e "Intermezzo". El resto no lo identifico, y eso me aflige.
Espero volver a verlo en vivo pronto, quizá, con mis hijas. Posiblemente, ellas se aburran.
Yo, me sentiré feliz. Espero, pleno.

El Masa, 9/10/2006

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