El Veredicto y el Error.
Desde lo institucional, el fallo del juicio políticos a Anibal Ibarra, que mañana emitirá la Sala Juzgadora de la Legislatura porteña, importará el hecho mas relevante que este país haya protagonizado en el siglo XXI; y desde el impacto tipicamente político, empardará la envergadura de los hechos de fines del 2001 y principios del 2002, así como la elección de Nestro Kirchner como presidente en el 2003.
No es sencillo juzgar el episodio, máxime cuando la tragedia es su génesis. Este origen contamina el fondo del asunto, genera confusión y habilita -equivocadamente- múltiples lecturas, en función de la posición desde donde se observe.
Sin embargo, el marco es limitado: el funcionamiento de las Instituciones es el bastión que se ha enarbolado para justificar el proceso. Y extrañamente a esa reflexión, de sus conclusiones dependerá la estabilidad de las mismas. Esto es, su resultado podría, de configurarse de un modo determinado, generar un debilitamiento político del cual va a ser enjundioso recuperarse.
La comunidad porteña ve, perpleja, como un funcionario, elegido de manera directa para ejercer un cargo público, puede tener que abandonar su cargo -y ser impedido para ejercer otros- a propósito de un hecho organizado de manera privada, en un entorno particular, con objetivos de lucro personales, y para cuya existencia no era necesario requerir autorización específica.
Sin evaluar responsabilidades penales -las que se razonan en un proceso que, extrañamente, está mereciendo muy pocas críticas-, se juzga de manera política a tenor de una tragedia en la que la suma de acontecimientos necesarios superó las peores expectativas : mas personas que las físicamente posibles; libres voluntades para allí estar; una puerta criminalmente trabada; elementos con química impredecible, energúmenos que se bandeaban con ello -filosofando con el riesgo, ese que mata- ; un pobre show arriba, un inadecuado show abajo. En el medio, gente exponiéndose, jovenes muriendo.
Anibal Ibarra puede quedarse afuera de un rol para el cual ha sido adecuadamente seleccionado: omito su calificación. Quizá en las calles haya mas baches que los debidos, quizá la cultura gratuita no corresponda a una política de Estado.
Pero en la continuidad de esta gran metáfora argentina que significa Cromagnon, su desplazamiento representará eficazmente lo peor de aquella vaga consecuencia que supimos eludir: el abstracto "se vayan todos", incorrecto, inmoral. Insultante para la conciencia cívica.
Que el Dolor no condicione el adecuado interés común. El público, el de todos, el nuestro.
El Masa -6/3/06 20.04
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